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¿TE PARECE POCO?

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¿TE PARECE POCO?

Acceso a su lectura en Diario de León

Hace unos meses, justo cuando al año 2015 apenas le quedaban unas pocas horas, me encontraba en la localidad onubense de Ayamonte contemplando la desembocadura del rio Guadiana y en frente de mí, tras la lámina acuosa, se vislumbraba Vila Real de Santo Antonio en Portugal.

Aquella tarde de la nochevieja de 2015 era gris ceniza, y antigua como copa de plata; las gotas del Guadiana discurrían sin temor hacia el Atlántico, en una sola unidad, ariete de agua.

Había decidido comenzar el año 2016 cerca del mar, donde poder pensar con calma en todo los sueños que quería cumplir en este nuevo año. Siempre quise estar un mes de vacaciones fuera de España y, como tantas otras cosas que pensamos en la vida, había quedado archivada en la carpeta de los futuribles no potenciales, bajo cientos de titulares del estilo de, no es el momento, te falta esto o aquello, quizá el año que viene; todos ellos reales, todos ellos llenos de excusas también.

Eché un suspiro al Guadiana que quedó abrazado a una gaviota patiamarilla pasajera, y decidí seguir respirando sentado en una plaza de Ayamonte, mientras algunos ecos cercanos de flamenco arañaban la tarde. Pedí un café, abrí el ordenador y compré un billete de ida y vuelta a Copenhague para finales de Junio de 2016. Volví a respirar, sentí profundamente que lo iba a conseguir, abracé el sueño y me dispuse a trabajar cada día, cada instante para conseguir enmarcar este sueño y colgarlo de la pared aquellos realizados.

A ese ese momento en Ayamonte le voy a denominar «momento zanahoria», porque, siendo humano, me sirve para describir aquello que quiero morder y he mejorar mi destreza para poder conseguirlo.

Lo piensas, lo cuestionas, lo repiensas, lo decides, lo cuentas, lo vuelves a pensar, lo cuentas de nuevo, y le propones a alguien compartir este sueño. Pasan unos días y recibes respuesta: «hey, yo voy contigo».

Qué lindo tener un sueño compartido.

Así que, ya tenemos el sueño, las personas y la fecha, nos falta dar forma al resto de las cuestiones.

Me pregunté «el por qué y el para qué» de este sueño, y me contesté que quiero estar los suficientemente lejos de mi proyecto profesional y lo suficientemente cerca del suelo, como para poder aprender aquello que la tierra me pueda enseñar, y poder aplicarlo aquí, en mi día a día, en mi empresa, con nuestros clientes.

Muchos días pienso que si tuviese que vivir de lo que producen mis manos y, como decían los abuelos, si viniese una guerra, apenas sabría qué hacer con ellas, exceptuando el aporreo de teclas o la limpieza semanal del apartamento donde vivo. Quiero aprender a acariciar.

El conocimiento arraigado al surco, al árbol, al miedo a que la cosecha no sea favorable este año, a las plagas cultivando en ecológico, al mercado, al sudor de la tarde, a las meriendas en otras lenguas.

Son muchas las dificultades que pasamos los trabajadores autónomos, aparte de las meramente económicas, que actúan como anclas, como sistemas de protección frente a los sueños y que nos impiden crear nuevos patrones de pensamiento, nuevas sinapsis neuronales, entre realidad y sueño. Pero una vez que has fijado el nuevo sistema operativo y te permites avanzar con confianza, aparecen a tu lado todos los recursos que precisas, algunos de ellos desconocidos a priori, y que sirven como railes del sueño.

Tenemos el qué, el dónde, el quién/es, el cuándo, el por qué y el para qué y ahora contaré las otras dos cuestiones de todo emprendimiento, el cómo y el cuánto. Ambas van relacionadas.

Vayamos con el «Cómo», al igual que el Guadiana se aseguraba su sueño salado, libre de prejuicios, ausente de miedo, discurriendo entre doble frontera.

Empecemos con una perogrullada: «no hay nada seguro».

Y continuemos con otra: «Sólo tengo una vida».

Es tu fortaleza mental la que te permite no dudar ni por un instante de que todo tu esfuerzo está abocado en la dirección correcta, habiendo unido pasión, mente, cuerpo y apoyo. Es posible que se puedan alcanzar sueños completamente solo, pero yo lo dudo.

Tengo la fortuna de tener a mi alrededor personas que me han hecho valorar aún más la vida que tengo, precisamente por eso, por tenerla. ¿Te parece poco?

Los meses de intenso trabajo de lunes a lunes darán paso en unos días a una rutina distinta para servir como voluntario a cambio de alojamiento y comida en granjas de agricultura ecológica de países nórdicos, donde el acuerdo es contribuir con aquello que tú puedes hacer durante cinco horas al día. Y así doy respuesta al «Cuánto».

Quedan apenas 30 días para que la fecha que puse en mi sueño tome aire en el aeropuerto de Barajas y muchas horas de trabajo por delante para subir a ése avión, pero es tan grande la visión del sueño que no me cabe duda de que será factible.

Esta es la fórmula que he aprendido para dirigir tus sueños, 8 preguntas cortas de respuesta concisa y confiada.

Hoy vivo y escribo.

Mañana lo cuento.

 

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