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Acceso a su lectura en Diario de León

Hace unos días tuve la oportunidad de impartir una ponencia en la Facultad de Ciencias Empresariales de León que denominé ‘Soñar en la mPyme: Una cuestión de confianza’…

La ponencia estaba enmarcada dentro de la Semana Internacional de la Moda, la cual este año se ha denominado ‘Fascinating global world: Are you going to miss it?’, donde profesores de universidades internacionales se acercaron a León a ofrecer su conocimiento y experiencia a una audiencia estudiantil en su mayoría. Una oportunidad maravillosa de aprender de la mano de los mejores.

El encuentro está dirigido por la vicedecana de Relaciones Internacionales de la Facultad, Carmen Rodríguez Santos, a la que agradezco enormemente la oportunidad de poder charlar con los estudiantes de Empresariales y Comercio Exterior y, además, expreso mi admiración por la idea, iniciativa y desarrollo de la semana. Es un lujo que personas como Carmen estén en nuestra Universidad haciendo realidad los sueños internacionales de la institución.

En la ponencia que impartí, mostraba datos de la deprimente situación del sector textil en la actualidad de nuestra provincia leonesa, marcado por la desaparición del tejido productivo cooperativista de empresas como Manufacturas Teleno, o el residuo de lo que fue Val de San Lorenzo como industria textil artesana.

Mi discurso, llano y sincero, estuvo marcado por el positivismo de pensamiento y por el posibilismo de acción, partiendo de un intercambio de información entre los asistentes a la charla.

En los últimos dos meses he acercado el Emprendimiento Consciente [EC] a distintas aulas de la ciudad de León y en diferentes edades comprendidas entre los 12 y los 20 años. Así, he charlado en tres ocasiones con adolescentes del Colegio Virgen Blanca de León, impartiendo talleres adaptados a este tipo de público.

En las charlas he querido conocer un poco más de cerca la situación social que estamos viviendo a través de preguntas cerradas que me contaban el número de alumnos que tienen a padres autónomos, con alguno de sus padres en situación de desempleo o aquellos cuyos dos padres trabajan.

Los datos que he ido recopilando son los siguientes: el 15% de los alumnos tienen alguno de sus padres autónomo o empresario, el 30% tienen alguno de sus padres en situación de desempleo y solamente el 45% tenían trabajando a ambos progenitores.

Hubo otra pregunta que lancé a los asistentes, con el interés de saber cuáles eran sus sueños y tratar de impulsar con mi discurso el ánimo y la certeza de que existe un forma de conseguir alcanzarlos. Así encontré matemáticos, ingenieros, artistas y emprendedores en potencia con los que compartí mis propios sueños y anhelos, tanto para mí como para nuestra tierra leonesa.

En la ponencia de la Facultad realicé las mismas preguntas obteniendo unos porcentajes similares a los expresados anteriormente, pero lo que realmente me sorprendió fue que nadie levantó la mano cuando les pregunté: ¿Cuántos de vosotros sabéis lo que queréis hacer cuando terminéis vuestros estudios?

Nadie levantó la mano.

En ese mismo instante entraron dos personas más en el Salón de Grados y les pregunté qué querían hacer cuando terminaran su formación y me contestaron: «Pues trabajar». ¿En qué?, les pregunté yo. «En lo que sea», me contestaron.

Han pasado unos días desde la charla y he tenido la oportunidad de compartir esta información con algunas personas de mi entorno. Tenemos diferencias de criterio sobre porqué ninguno de los alumnos de Empresariales y Comercio Exterior de León, asistentes a la ponencia, saben a lo que se van a dedicar cuando terminen sus estudios. Para mí es simplemente una respuesta lógica.

Digo lógica, sí. Desde mi punto de vista, está directamente relacionada con la situación que viven en su entorno (una tercera parte de los alumnos tienen a alguno de sus padres en desempleo, y el 50% de los jóvenes no encuentran trabajo según datos conocidos), además de todo ello, sobre sueños no se habla y mucho menos ahora, donde es frecuente escuchar el famoso: ‘Y gracias que tienes un empleo’.

Si lógico es que nuestros alumnos apenas sepan lo que quieren hacer cuando terminen su formación, ilógico es, de todas todas, que nosotros nos sepamos insuflar en nuestros descendientes el ánimo por descubrir aquello que quieren hacer en la vida.

Nosotros trabajamos construyendo sueños y, créanme, es posible, a cada instante de cada día nos lo demostramos, simple y llanamente porque creemos en ello, y es, como dice uno de mis maestros, porque nuestra motivación es superior a nuestros miedos.

Les animo por favor a que hablen con sus hijos y les transmitan que todo aquello que te propones en tu vida es posible conseguirlo, y la prueba de ello es nuestra propia existencia.

¿O acaso no les ha sorprendido, como padres, ver cómo ellos han crecido?

Si cuando nacieron no dudaron en su propio sueño como padres, es momento de que les transmitamos que podrán ser todo aquello que quieran y se atrevan a ser.

La innovación se gesta, se pare, nace y crece …

… y también se educa.

 

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